La realidad del momento vivido con el COVID-19 está permitiendo tener largas conversaciones, aprendizajes, y cercanía con las personas mayores.

En una de esas charlas, de esas reuniones telefónicas como nosotras les llamamos, hablamos de los cuidados y son ellas, las personas mayores, quienes también nos recuerdan que tenemos que cuidarnos.

Nos hablan de que hay que:

Cuidarse,

cuidarse para ser más eficaz,

cuidarse en beneficio de las demás personas,

cuidarse para poder cuidar.

En definitiva, cuidarse para ser más.

El teléfono en tiempos de confinamiento.

El teléfono se ha convertido en una herramienta de primera necesidad, la voz, el aliento para muchas, el sentirnos acompañadas y no solas a pesar de la ausencia física.

A través de la voz fomentamos el despliegue de la imaginación, ejercitamos la memoria visual, nos dedicamos tiempo, saboreamos el momento. Sin quererlo, estamos practicando mindfulness con nuestra presencia absoluta en el aquí y ahora y nos reconfortamos.

Las reuniones telefónicas semanales, pasan a ser momentos esperados, momentos para compartir las vivencias semanales. A través de ellas, se rompe el silencio de las casas, aparecen las risas, el alboroto que provoca una multillamada con cuatro o cinco personas al unísono al otro lado de hilo telefónico.

De pronto, durante unos minutos, compartimos nuestros espacios privados, nuestras casas se inundan de personas que sin su presencia física, llenan el lugar. Ya no estamos en soledad, sentimos la compañía y, durante esos instantes, no sentimos el confinamiento.

Se escuchan voces que dicen “siento que estoy con vosotras”, “no sé cómo habéis llegado todas hasta mí, pero ahí estáis”, hablamos de todo y de nada, de nuestro día a día, de lo que nos motiva, de lo que nos entristece, en definitiva damos rienda suelta a nuestras emociones.

personas-mayores-covid-19

Nuestras reuniones finalizan con una sonrisa en la cara, un hasta la semana que viene y palabras de agradecimiento por el momento compartido, y aún y todo, después de la llamada, sigues recordando esas voces, tan especiales, tan personales, tan únicas y tan trasmisoras.

Todo esto está sirviendo para tomar conciencia de nuestro rol tanto profesional como humano y recolocar aquello que no estaba donde le correspondía, a pesar de lo que creíamos. 

– A mirar y mirarnos de otra manera y poner en valor pequeñas cosas que a veces pasan desapercibidas o no les prestamos demasiada atención.

– “El abrazo permanente”, recogido en imágenes nos trasladan a momentos vividos y que deseamos recuperar…

– “El calor de las palabras”, desde la tranquilidad y no la velocidad y la falta de tiempo de la multitarea y el ritmo atosigante del día a día nos alimentan.

Envejecimiento activo y actitud: ¡que no nos falten las voces!

Como dice mi gran mentora de 95 años y participante de unas de estas reuniones, “¡que no nos falten las voces!”. 

El gran descubrimiento fue cuando contaba en una de nuestras reuniones telefónicas en la que participamos cinco personas, como ella con 90 años comenzó a practicar yoga, relajación y meditación y nos describía: “me ha cambiado la vida desde entonces, ahora con 95 estoy mejor que con 90, tengo más recursos, y gracias a lo aprendido en estos últimos años, puedo llevar mejor esta situación”. 

Al escuchar esto reflexiono y me digo: esto si que es envejecer saludablemente, seguir teniendo retos, afrontarlos, encontrar lo que te sirve y ser capaz de usarlo.  

Nuestras conversaciones alimentan nuestras almas, la reciprocidad y la sintonía, nos transmiten sosiego y calma.

También hablamos de la brecha digital y ella es consciente de que está presente en su vida, que sabe que hay muchas cosas que se está perdiendo, pero también sabe que su ritmo es otro, más pausado, más tranquilo y es lo que ha elegido, disfrutar de su propio ritmo, a pesar de dejar otras cosas en el camino, por eso hemos elegido esta forma de reunirnos, una en la que todas tenemos el mismo recurso: el teléfono de toda la vida.

Hemos terminado nuestra charla con un nuevo aprendizaje:

“Todavía me falta aprender, lo que la vida me tarde en enseñar”

personas-mayores-telefono-covid-19