Las respuestas a la soledad no deseada deben tener un alcance intermedio que permita generar conocimiento tanto a pequeña como a gran escala. En este nivel de intervención nos encontramos con “formatos de relaciones entre personas” donde el objetivo no es realizar únicamente apoyo o asistencia individual, ni su finalidad es la transformación de macroestructuras.
Se trata, fundamentalmente, de ensayar formulas, sistemas, métodos y dinámicas de relación y colaboración entre personas que involucren a un barrio, comunidad y, sobre todo, que impliquen a las personas para que no se sientan solas y puedan establecer conexiones, empoderarse y mantener un ámbito relacional bien conservado. De hecho muchos de estos proyectos no hacen referencia explícita a la soledad sino que son de carácter comunitario.
Además, es preciso incorporar la diversidad como perspectiva. Actualmente, la mayor parte de las intervenciones sociales que se realizan segmentan a la población por colectivos en función de variables como el sexo, edad, origen, capacidad,…
Sin embargo, la creciente longevidad supone que cada vez más nos encontremos con mayor número de generaciones conviviendo simultáneamente. De igual manera, la cronicidad supone que haya personas con funcionalidades distintas.
Por otro lado, la diversidad sexual es creciente y las fórmulas familiares son múltiples. La diversidad generacional, normalmente, era un asunto que se resolvía en el espacio privado (familia) pero ahora es preciso generar nuevas fórmulas de convivencia que incorporen claves como la diversidad. Se trata, al fin y al cabo de crear nuevos formatos para compartir la vida por lo que adoptar enfoques intersectoriales no sólo es necesario, sino que ayuda a entender que existen muchos fenómenos vinculados que, en la mayor parte de los casos, son factores de discriminación.
Por otra parte, a la hora de abordar las intervenciones es preciso considerar que hay entidades y personas que llevan tiempo trabajando en dar respuesta al problema de la soledad no deseada. Existe sensibilidad y un alto potencial social que hay que tener en cuenta y aprovecharlo porque probablemente en la ampliación, transformación o extensión de lo que hay encontremos una vía de solución al fenómeno de la soledad no deseada. Existe interés un gran interés social en el tema, por lo que engranar bien todas las intervenciones en un mismo territorio para que sean más eficaces y aprovechar estas redes y estructuras para desplegar proyectos es clave.
Aquellas organizaciones que vienen desarrollando programas de jubilación activa deben ser tenidos en cuenta, así como los espacios abiertos y gratuitos para la ciudadanía donde se pueden proponer actividades que generen vínculos.
Conectar todas estas iniciativas es uno de los elementos clave para garantizar el éxito de los proyectos.