El término soledad, según las tendencias de referencia de la literatura científica al respecto se refiere a un sentimiento desagradable o insatisfacción percibida por la propia persona.
Se trata de una vivencia subjetiva negativa de algunas personas en relación con:
- Una situación de aislamiento social (o relacional)
- Conlleva a la limitación, escasez o ausencia de relaciones primarias o naturales que sean significativas y satisfactorias para las personas.
Sin embargo, cuando hablamos de soledad hay que tener en cuenta que el término tiene muchos matices y no necesariamente todos son negativos.
De hecho es habitual que las personas en algún momento de su vida tengan sentimientos de soledad. Quizás una de las razones es que habitualmente asociamos soledad con fracaso social y, por tanto, como un enemigo a batir en lugar de considerarla como una forma de estar con una y uno mismo.
Pero, cuando ésta es una opción personal, o se produce únicamente en un momento vital y determinado de la persona es cuando percibimos la soledad desde otra mirada, con un enfoque más positivo.
¿Por qué sufrimos soledad?
¿Cuándo surge este sentimiento? Si profundizamos en las diferentes realidades de las personas, una de las causas principales de “sufrir soledad”, se produce cuando nos referimos a la evaluación subjetiva de los vínculos relacionales que realiza la propia persona, especialmente, cuando la atención y cuidado existentes por parte de las personas que forman parte de sus vínculos relacionales primarios no cumplen sus expectativas.
Porque las personas no hemos sido educadas para vivir solas.
Probablemente si queremos abordar la prevención desde el nivel primario habrá que realizar un importante esfuerzo en poner en valor la soledad ampliando la visión del término. Principalmente porque, en un breve plazo de tiempo, habrá muchas personas que deberán convivir con ella.