En esta jornada ponemos el foco en los cuidados y en el papel que nos ha tocado jugar a las mujeres durante la alarma sanitaria provocada por el covid-19. Nos acompaña María Silvestre (Universidad de Deusto) y Zaloa Pérez (Reas Euskadi). Facilita Raquel López (Olympia Berri, consultora del área de Igualdad de Grupo SSI).
La sesión íntegra se encuentra en el canal de YouTube de Grupo SSI.
Zaloa Pérez, activista feminista, actualmente es técnica de proyectos en REAS Euskadi y responsable del área de investigación, formación y sensibilización. Una referente de género para la red y también miembro de ekoSolFem, grupo de REAS Euskadi que trabaja las vinculaciones entre la economía solidaria y la economía feminista.
María Silvestre es, en la actualidad, profesora titular de la Universidad de Deusto, investigadora principal del “Equipo Deusto Valores Sociales” y ha liderado varios proyectos internacionales y nacionales, vinculados a los valores político-sociales y perspectiva de género en las ciencias sociales. Numerosas publicaciones y contribuciones científicas recogen su trayectoria profesional.
Con Zaloa y María disfrutamos de un diálogo sosegado, con una visión profunda, en clave feminista, de cómo estamos viviendo las mujeres la crisis sanitaria provocada por el covid-19. Queda en evidencia la necesidad de integrar la perspectiva de género en cualquier actuación y también el papel de los cuidados, como sostén de la vida.
Durante la sesión se abordan algunos de los factores más relevantes que nos permiten afirmar que la crisis del covid-19 está afectando de manera más agresiva y con mayores consecuencias en las mujeres. En estos momentos no tenemos datos suficientes sobre cuál es el impacto real pero, la experiencia de crisis pasadas, nos lleva a trazar la realidad que estamos viviendo.
Se refuerzan los estereotipos y se mantiene la división sexual del trabajo. La feminización de las tareas relacionadas con los cuidados y las situaciones de desigualdad aumentan. La incorporación de la mirada feminista en el diseño de las medidas es fundamental para revertir esta situación.
El valor que damos a los cuidados también es un punto a abordar. Queda patente que, cuando los cuidados se externalizan y se feminizan pierden todo valor en nuestra sociedad y en el ámbito político. En situación de confinamiento, las mujeres volvemos a asumirlos con toda su intensidad y se retrocede en el camino andado hacia la corresponsabilidad. Merece una reflexión especial cómo, en tiempos de confinamiento, el reparto de tareas entre mujeres y hombres en el hogar perpetúa las desigualdades: los hombres han bajado más la basura, han realizado las compras en el supermercado o se han encargado del ocio de las criaturas mientras que, el resto de las tareas domésticas y la organización vuelve a recaer en las mujeres.
También el grado de percepción entre mujeres y hombres respecto a las tareas realizadas es diferente. Los hombres perciben que están haciendo mucho más que la propia percepción de las mujeres. La desigualdad existe, no es un hecho opinable, tanto la división sexual del trabajo como la brecha salarial. Las mujeres tenemos una mayor esperanza de vida y la brecha salarial en materia de pensiones está fijada en un 40%, de acuerdo a estudios europeos realizados. Este dato pone luz sobre lo que supone la desigualdad en el proceso de envejecimiento, cuando las mujeres se hacen mayores. Detrás de la brecha salarial hay una falta de reconocimiento de las tareas de cuidados que han asumido las mujeres a lo largo de su vida. Incluso la entrada y salida al mundo laboral derivada por el trabajo de cuidados que han asumido
Durante el diálogo mantenido, Zaloa y María reflexionan también sobre la importancia de la comunidad, como red soporte a personas mayores y familias, porque somos seres interdependientes. Entidades de la economía social y solidaria, más allá de los apoyos informales que se produzcan, pueden asumir estas funciones con el apoyo de los ámbitos públicos, con el objetivo de no caer en una visión de economía con enfoque más capitalista que, como característica de su propio modelo, busca hacer rentable también los cuidados.
Si hay una realidad que ha puesto en evidencia esta crisis sanitaria es la falta de estrategia de cuidados, de modelos de cuidados justos y equitativos y la necesidad de incorporarlo en la agenda política. Cualquier medida que se adopte requiere ser validada, analizar si promueve que se perpetúe la división sexual del trabajo. Una visión transversal necesaria para derribar la desigualdad.
El papel del teletrabajo durante estos meses también ha sido objeto de debate y reflexión, sus luces y sus sombras. Corremos el riesgo de que seamos solo las mujeres las que teletrabajemos y volvamos a la conciliación “femenina”, dejando de lado la corresponsabilidad. El teletrabajo ha supuesto una oportunidad para favorecer el mantenimiento de la actividad profesional; pero se pone en evidencia la necesidad de poner “otro nombre” a cómo se ha trabajado durante estos meses. Sin guarderías, sin cuidados externos, sin centros de día…las jornadas laborales se han extendido en el día y ha entrado en juego la necesidad práctica de esta sociedad de que las mujeres sigamos siendo madres o hijas cuidadoras. Es necesario asegurar medidas que eviten la precarización laboral, las falsas autónomas…
Como decía Simone de Beauvoir “No olvides jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para poner en cuestión los derechos de las mujeres“. A Simone le faltó añadir una crisis sanitaria como la actual. Hay riesgos de retroceso pero es una realidad que estamos viviendo la 4ª ola del feminismo, y el movimiento se encuentra fuerte, a nivel político y reivindicativo.
Se pone en evidencia la necesidad de seguir trabajando para que el género se aborde, de manera transversal, en todas las políticas públicas y ahí, el feminismo, está más presente que nunca. Se ha sabido ubicar en el debate y está en la calle. Hay ejemplos, en el ámbito universitario, laboral, personal…que nos llevan a pensar que los logros conseguidos en torno a la igualdad-equidad se mantengan.